fisión.
(Del lat. fissĭo, -ōnis).
1. f. Escisión, rotura.
2. f. Biol. División celular por estrangulamiento y separación de porciones de protoplasma.
~ nuclear.
1. f. Fís. Rotura del núcleo de un átomo, con liberación de energía, tal como se produce mediante el bombardeo de dicho núcleo con neutrones.

La primera, en la frente. Por David Benedicte

Mantener una relacion (postal, no vayan a confundirse) con Truman Capote debía de ser algo así como echar una partida de ping-pong con un virtuoso de la pelotita, con uno de esos ‘chinarros’ que, en pantaloncitos cortos y clavando al adversario sus rasgados ojos de ‘killer’, duermen cada noche abrazados a su raquetita. Un toma y daca interminable para el que, desde el primer golpe, uno sabe que está condenado a perder. Dicen quienes sufrieron en carne propia sus misivas que el de Nueva Orleáns contaba lo que se le iba ocurriendo al redactarlas, y lo hacía con la misma incontinencia con la que su charla brillaba en las partys del momento. Nunca se le pasó por la cabeza que aquella correspondencia (era un verdadero fanático obsesivo de la comunicación postal) pudiera llegar algún día publicarse. Aparentemente. «¡¡¡Destruir!!!», garabateó, cuando aún tenía 21 años, en el encabezamiento de una carta que, como casi todas las de su producción, iba repleta de chismes. Sin embargo, añadió a continuación: «después de enseñársela a Bárbara». Genio y figura. Cuentan también quienes lo padecieron que se mostraba implacable y mordaz hasta la extenuación con aquellos ‘desalmados’ que, por cualquier razón, tardaban más de la cuenta en responderle.


Bien, pues sepan desde ahora mismo, y háganlo de primera mano antes de que se lo cuenten otros (es lo que tiene de malo esta ciudad de mierda, que está repleta de mentirosos), que Rafa Gassó, ese ‘amiguete’ serio, concienzudo, intelectualoide y sentimental que, mondadientes en ristre, semper fidelis, suele presentarse en las partys media hora más tarde que Manu Elegancia, nuestro compadre. Digamos que Gassó, Rafa, es una especie de Capote, Truman, de la era Inditex (ése es el signo de los tiempos que le han tocado vivir). Un Capote (talla L) con tara. Con un bendito defecto que, una vez superado el primer impulso de rebanar su pescuezo, lo convierte en entrañable: la testarudez. Y les aseguro que sé de lo que hablo. A mí, Gassó, me pilló un buen día en que nos tocó currar juntos (retratar por arriba y por abajo a una tal Barberá; pero ésa es otra historia) y no me ha soltado. Ni un pitbull lo haría mejor. Ahora vive empeñado en que añada textos a estas 60 fotos que un buen día se sacó de no sé dónde, quizá de esa puta chistera que rebulle constantemente en su cabeza. No para, este Gassó, de pergeñar desastres alternativos. Es como un pequeño hijoputa hiperactivo, de esos que convierten los recreos de su infancia en gigantescos ‘bagdads’ devastados. Pasen con él 15 días y lo entenderán.
60 postales/antipostales esperando sus pies en un ‘fotoblog’ al que he decidido llamar MadriT. No nos pidan un porqué. Gassó, Rafa ‘Capote’ Gassó, el tipo al que debemos este sindiós se mostró al minuto de acuerdo. Y yo soy quien para llevarle la contraria (creo habérselo dicho ya; es como un pitbull: muerde).
Quizá en MadriT se encuentre, en definitiva, el espíritu de Truman. Egocéntrico y feroz, con ese puntito ‘bujarra’ que lacera a quienes vivimos de mostrar nuestras miserias como quien cuelga ropa recién lavada en un tendedero invisible. Gassó y Benedicte somos Capote. No en vano también soñamos con reencarnarnos en buitre, ave odiada y solitaria que, en silenciosos círculos, os sobrevuela a todos.


La segunda, de soslayo. Por Rafa Gasso

A veces los diccionarios te joden la vida. Uno busca palabras que no existen o cuando las encuentra, no significan lo que uno anhelaba. Por eso hay quien se las inventa; valiente, sin miedo, a golpe de «click». Touché.
No me pregunten por qué; sólo sé que hay que hacerlo (y puede hacerse). Con dos cojones, osado si acaso, de acuerdo. Pero es que a veces, también a veces, créanme, a uno no le queda otra elección.
Uno de esos sujetos (y sujeto por el predicado, además) es el arriba firmante; pero el arriba firmante de verdad, el que da comienzo a la mancha de esta página en blanco –o en negro, si es que se la agarran con papel de fumar, cosas del diseño, qué les voy a contar–; el bueno de Bene, Benedicte, David, para más señas. Y ahora mismito, mientras escribo estas lineas, el muy hijoputa, calvorota brillante, mente preclara y gesto enfurruñado hasta decir basta («en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas»), me lanza un órdago con forma de verbo rápido o adjetivo imposible. Como un punzón apuntando directamente al riñón, mirada de killer en un callejón lleno de sombras: «No te distraigas, mamón, esto es mucho más fácil de lo que parece»... Invitándome a que concluya esta intro... ¿dicción? Recordándome que el que le metí en estas fui yo; advirtiendo: muere matando o no me jodas con humo de milongas que no bailo.
Y es que el muy cabrón se piensa que escribir es como fotografiar. Ahora. Justo ahora que yo había llegado a la conclusión de que fotografiar es como escribir. Rápido: «click, click, click...», como si fuese un fusil de repetición con el hierro caliente. Tampoco me extraña, porque cree que para fotografiar sólo hay que mirar lo que no que no se ve, porque nadie lo ha visto, y escupirlo raudo y atroz, como un eructo de nuestro querido Manu Elegancia: certero y con regusto a chorizo, a vida. Y claro, en estas lides él es experto; rápido, hiriente y abrasivo como un chupito de salfumán de buena mañana. Piensa rápido, observa rápido y dispara rápido. Por eso es un buen fotógrafo que no hace fotos pero sí las escribe y por eso yo quise que él viese lo que yo no supe ver cuando dibujé lo que nadie había visto. ¿Mucho lío? Pues no se lo hagan. Le(s) dejo una página en blanco que mucho antes fue vacío y que algún día pretende llamarse MadriT. Como una orquesta del delirio controlado, aquí unas fotos, aquí unos textos. ¡Que suene la música del combate! Esto no es colaboración, esto es boicot, confront(ocre)ación. Y no vean que hostias pega el amigo. Así se las gasta.
Tal vez tenga razón y sólo sea cuestión de «clicks». «Click» de disparador o «click» de teclado, pero «click, click, click» al fin y al cabo y listo, et voilá, aquí una página, aquí un amigo y aquí una realidad inventada; porque nos ha salido de los cojones y porque así veremos nosotros MadriT.
Les guste o no.
Y a mi, particularmente, el hecho de que el muy Benedicte desenfunde y dispare, me hace mucha ilusión. Porque este cabrón muere matando. Como esta ciudad.