La segunda, de soslayo. Por Rafa Gasso

A veces los diccionarios te joden la vida. Uno busca palabras que no existen o cuando las encuentra, no significan lo que uno anhelaba. Por eso hay quien se las inventa; valiente, sin miedo, a golpe de «click». Touché.
No me pregunten por qué; sólo sé que hay que hacerlo (y puede hacerse). Con dos cojones, osado si acaso, de acuerdo. Pero es que a veces, también a veces, créanme, a uno no le queda otra elección.
Uno de esos sujetos (y sujeto por el predicado, además) es el arriba firmante; pero el arriba firmante de verdad, el que da comienzo a la mancha de esta página en blanco –o en negro, si es que se la agarran con papel de fumar, cosas del diseño, qué les voy a contar–; el bueno de Bene, Benedicte, David, para más señas. Y ahora mismito, mientras escribo estas lineas, el muy hijoputa, calvorota brillante, mente preclara y gesto enfurruñado hasta decir basta («en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas»), me lanza un órdago con forma de verbo rápido o adjetivo imposible. Como un punzón apuntando directamente al riñón, mirada de killer en un callejón lleno de sombras: «No te distraigas, mamón, esto es mucho más fácil de lo que parece»... Invitándome a que concluya esta intro... ¿dicción? Recordándome que el que le metí en estas fui yo; advirtiendo: muere matando o no me jodas con humo de milongas que no bailo.
Y es que el muy cabrón se piensa que escribir es como fotografiar. Ahora. Justo ahora que yo había llegado a la conclusión de que fotografiar es como escribir. Rápido: «click, click, click...», como si fuese un fusil de repetición con el hierro caliente. Tampoco me extraña, porque cree que para fotografiar sólo hay que mirar lo que no que no se ve, porque nadie lo ha visto, y escupirlo raudo y atroz, como un eructo de nuestro querido Manu Elegancia: certero y con regusto a chorizo, a vida. Y claro, en estas lides él es experto; rápido, hiriente y abrasivo como un chupito de salfumán de buena mañana. Piensa rápido, observa rápido y dispara rápido. Por eso es un buen fotógrafo que no hace fotos pero sí las escribe y por eso yo quise que él viese lo que yo no supe ver cuando dibujé lo que nadie había visto. ¿Mucho lío? Pues no se lo hagan. Le(s) dejo una página en blanco que mucho antes fue vacío y que algún día pretende llamarse MadriT. Como una orquesta del delirio controlado, aquí unas fotos, aquí unos textos. ¡Que suene la música del combate! Esto no es colaboración, esto es boicot, confront(ocre)ación. Y no vean que hostias pega el amigo. Así se las gasta.
Tal vez tenga razón y sólo sea cuestión de «clicks». «Click» de disparador o «click» de teclado, pero «click, click, click» al fin y al cabo y listo, et voilá, aquí una página, aquí un amigo y aquí una realidad inventada; porque nos ha salido de los cojones y porque así veremos nosotros MadriT.
Les guste o no.
Y a mi, particularmente, el hecho de que el muy Benedicte desenfunde y dispare, me hace mucha ilusión. Porque este cabrón muere matando. Como esta ciudad.